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Códigos: Urbes

Mizraim Cárdenas

Mizraim Cárdenas
Pintor, escultor y grabador de oficio, radica en la ciudad de Morelia. Inicia su formación artística bajo la guía del maestro Alfredo Zalce en 1987.

En 1990 ingresa a la Escuela de Diseño Integral CEID en Morelia. Participa en talleres y cursos de formación gráfica y pictórica en el país y en el extranjero. En el año 2004 recibe una beca de residencia de producción en la Fundación Bilbaoarte y en el 2007 participa en el Taller de Gráfica Experimental de la Habana. Estudia la licenciatura en Artes Visuales en la Universidad de Guadalajara de donde egresa en el 2013 para incorporarse a la planta docente de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, UNAM Campus Morelia. En el año 2019 recibe el título de Maestro en Tecnología Educativa por la Universidad Da Vinci.

Su obra se ha expuesto en museos y galerías nacionales e internacionales, ha participado como ilustrador en poemarios como Un cocktail avec tequila, de Michel Butor o la carpeta de grabados El vuelo del pez con poesía de Neftalí Coria. En el 2010 con motivo del bicentenario, presenta la carpeta Morelos; estampas de la independencia, en distintas cedes en México y Estado Unidos. En una propuesta en conjunto, realiza la carpeta de grabados al alimón, Pas de Deux con el artista plástico y neólogo, Felipe Ehrenberg.

En la producción escultórica, en el 2017 recibe el encargo de realizar dos esculturas públicas conmemorativas del Centenario de la Fundación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Presentación de "Códigos: Urbes" por Catherine Ettinger
El recorrido por la ciudad y su arquitectura que nos proporciona Mizraím Cárdenas en este conjunto de diez grabados se coloca en los intersticios entre el arte y la arquitectura –un lugar comúnmente reservado para las instalaciones artísticas por su carácter tridimensional. Esta obra va más allá de una mirada a la arquitectura desde las artes plásticas pues el ojo y la mano de Mizraim captan y transmiten los grandes temas de la arquitectura del último siglo.

Los grabados revelan la visión de un artista que entiende la arquitectura. En ellos parece que los muros se levantan de la hoja de papel y los objetos aislados, en sus formas arquetípicas, se suman y se unen con trayectorias para formar la ciudad. La mirada del artista reconoce el rol de la escala, de la proporción, de los números y del dibujo en la génesis de la arquitectura, pero también el papel del transeúnte, el que camina por la sombra en espacios solitarios, en el hacer ciudad.

Vistas desde la perspectiva de la arquitectura estas imágenes tienen muchas referencias a temas centrales a la disciplina. La imagen de hogar se aleja de la típica casita, es un entramado de espacios cerrados y abiertos de la casa mexicana. Los planos –tradicionales y modernos a la vez-- se levantan para delimitar, establecer umbrales, separar interior de exterior (a la Barragán). Se reconoce en ellos el patio, y los pisos de mosaico como elementos que nos ubican en México mientras la luz que emana de las puertas y ventanas anuncia su ocupación, una presencia humana cálida en la noche. La importancia misma del solar, del umbral y de las intersecciones entre edificio y calle nos habla de una comprensión profunda de la complejidad de la ciudad; la superposición de elementos nos habla de las capas de la ciudad y su paulatina construcción.

La modernidad arquitectónica postulaba a la vivienda en multifamiliar como instrumento no solo para lograr el bienestar de la población, sino para la misma creación de un nuevo ser humano moderno, sin ataduras al pasado. La visión utópica permeaba el proyecto moderno manifestado en limpios bloques geométricos para alojar a una nueva sociedad, sueño que fracasó, pues por mucho que creamos en el poder del espacio en mejorar nuestras vidas, no es determinante. Esa fue la lección aprendida con la demolición del enorme conjunto Pruitt-Igoe en 1972. Las imágenes que nos provee Cárdenas, incluyen volúmenes de bloques de vivienda, pero ya sucios por el uso, los añadidos, los parches y la imperfección, en fin, el reconocimiento de la muerte de la visión utópica de la primera mitad del siglo XX.

Las referencias académicas son muchas –sean intencionales o no. Aparece el plano bidimensional, instrumento básico del diseño, y el edificio al descubierto con el plano de distribución a la vista como referencia a la villa palladiana estudiada como composición matemática por Colin Rowe. La ciudad aparece en toda su tridimensionalidad como la suma de sus edificios que parece referir tanto los textos como la obra arquitectónica de Aldo Rossi. Y, la presencia de la otra ciudad, la que se construye en el tiempo a través del acto de caminar recuerda los escritos de Michel de Certeau. Las formas orgánicas nos recuerdan los experimentos de blob architecture y otras formas de biomímesis, como los experimentos con formas de esponjas naturales en manos de Steven Holl.

En fin, estos grabados nos proveen de un recorrido de la tradición a la posmodernidad, de la casita mexicana de patio, a los altos edificios de la ciudad contemporánea, pasando por la ilusión de la modernidad y los experimentos orgánicos. El conocedor de la arquitectura --y también quien se aproxima a ellos sin ese antecedente-- encontrará en estas imágenes horas de placer en sus infinitas referencias a los encuentros entre ser humano y arquitectura, entre la tradición y la modernidad, entre la utopía y la realidad.